miércoles, 28 de mayo de 2008

El Bach del siglo XXI


El pasado 21 de marzo, se conmemoró 323 años del nacimiento del grandioso maestro Johann Sebastian Bach, que marcó un antes y un después en el desarrollo musical de todos los tiempos.
Es increible que siga tan presente en nuestra época. No haré mención de la gran cantidad de músicos jóvenes y talentosos que están apareciendo en el plano musical actual, con las interpretaciones de rigor y de caracter obligatorio para todo músico,de los cuales siempre estará obviamente Bach . Sino más bién a su obra en sí, que parece "perdurar en el tiempo" tan genuinamente como cuando se creó, esa vitalidad, fuerza,espiritualidad, virtuosismo y técnica contrapuntística, armónica y compositiva parecen estar más vivas que nunca.
Su fecunda obra es considerada como la cumbre de la música barroca y una de las cimas de la música universal y del pensamiento musical occidental, epicentro de la música occidental, y uno de los grandes pilares de la cultura universal, no sólo por su profundidad intelectual, su perfección técnica y su belleza artística, sino también por la síntesis de los diversos estilos internacionales de su época y del pasado y su incomparable extensión. Bach es el último gran maestro del arte del contrapunto, y su máximo exponente, donde es la fuente de inspiración e influencia para posteriores compositores y músicos desde Mozart pasando por Schoenberg, hasta nuestros días.
Algunos comparan su habilidad para desarrollar melodías e infinidad de voces , con la improvisación del Jazz.
Creo en mi humilde opinión, que tal genialidad no se repetirá en ninguna generación más.
En fin, el próximo 28 de julio se cumplirán 258 años de la muerte del también genial organista.
Para el que no lo conozca os invito a ver los links de su biografía y videos en you tube de su obra. Un legado que se resiste a desaparecer en el tiempo, y que se rejuvenece con los siglos,como el mejor de los vinos, cuando más añejo más apetecible.
Termino el presente artículo con una frase suya:
«El único propósito y razón final de toda la música debería ser la gloria de Dios y el alivio del espíritu»
Bach.Hacia 1714-1716
http://www.youtube.com/results?search_query=bach+brandemburg&search_type=
http://es.wikipedia.org/wiki/Johann_Sebastian_Bach

jueves, 15 de mayo de 2008

RESEÑA SOBRE NUESTRA SO(U)CIEDAD


Urgando por internet, encontré un artículo interesante sobre nuestros "hábitos de limpieza a lo largo de nuestra historia hasta nuestros días", prepárense para hacer un recorrido no muy recomendable para ¿los amantes del jabón y el champú? Veamos.
DESDE EL RESPLANDOR DEL IMPERIO ROMANO
Curiosamente, en la Antigüedad los seres humanos no eran tan “sucios”. Conscientes de la necesidad de cuidar el cuerpo, los romanos pasaban mucho tiempo en las termas colectivas bajo los auspicios de la diosa Higiea, protectora de la salud, de cuyo nombre deriva la palabra higiene. Esta costumbre se extendió a Oriente, donde los baños turcos se convirtieron en centros de la vida social, y pervivió durante la Edad Media. En las ciudades medievales, los hombres se bañaban con asiduidad y hacían sus necesidades en las letrinas públicas, vestigios de la época romana, o en el orinal, otro invento romano de uso privado; y las mujeres se bañaban y perfumaban, se arreglaban el cabello y frecuentaban las lavanderías. Lo que no estaba tan limpio era la calle, dado que los residuos y las aguas servidas se tiraban por la ventana a la voz de “agua va!”, lo cual obligaba a caminar mirando hacia arriba.
LA EUROPA DEL SIGLO XVII
Sin embargo,la Roma antigua, o Córdoba y Sevilla en tiempos de los romanos y de los árabes estaban más limpias que Paris o Londres en el siglo XVII, en cuyas casas no había desagües ni baños. ¿Qué hacían entonces las personas? Habitualmente, frente a una necesidad imperiosa el individuo se apartaba discretamente a una esquina. El escritor alemán Goethe contaba que una vez que estuvo alojado en un hostal en Garda, Italia, al preguntar dónde podía hacer sus necesidades, le indicaron tranquilamente que en el patio. La gente utilizaba los callejones traseros de las casas o cualquier cauce cercano. Nombres de los que, como el del francés Merderon revelan su antiguo uso. Los pocos baños que había vertían sus desechos en fosas o pozos negros, con frecuencia situados junto a los de agua potable, lo que aumentaba el riesgo de enfermedades.
LOS EXCREMENTOS HUMANOS COMO ABONO
Todo se reciclaba. Había gente dedicada a recoger los excrementos de los pozos negros para venderlos como estiércol. Los tintoreros guardaban en grandes tinajas la orina, que después usaban para lavar pieles y blanquear telas. Los huesos se trituraban para hacer abono. Lo que no se reciclaba quedaba en la calle, porque los servicios públicos de higiene no existían o eran insuficientes. En las ciudades, las tareas de limpieza se limitaban a las vías principales, como las que recorrían los peregrinos y las carrozas de grandes personajes que iban a ver al Papa en la Roma del siglo XVII, habitualmente muy sucia. Las autoridades contrataban a criadores de cerdos para que sus animales, como buenos omnívoros, hicieran desaparecer los restos de los mercados y plazas públicas, o bien se encomendaban a la lluvia, que de tanto en tanto se encargaba arrastrar los desperdicios.
EN PLENO RENACIMIENTO
En verano, los residuos se secaban y mezclaban con la arena del pavimento; en invierno, las lluvias levantaban los empedrados, diluían los desperdicios convirtiendo las calles en lodazales y arrastraban los residuos blandos los sumideros que desembocaban en el Manzanares, destino final de todos los desechos humanos y animales. Y si las ciudades estaban sucias, las personas no estaban mucho mejor. La higiene corporal también retrocedió a partir del Renacimiento debido a una percepción más puritana del cuerpo, que se consideraba tabú, y a la aparición de enfermedades como la sífilis o la peste, que se propagaban sin que ningún científico pudiera explicar la causa. Los médicos del siglo XVI creían que el agua, sobre todo caliente, debilitaba los órganos y dejaba el cuerpo expuesto a los aires malsanos, y que si penetraba a través de los poros podía transmitir todo tipo de males. Incluso empezó a difundirse la idea de que una capa de suciedad protegía contra las enfermedades y que, por lo tanto, el aseo personal debía realizarse “en seco”, sólo con una toalla limpia para frotar las partes visibles del organismo. Un texto difundido en Basilea en el siglo XVII recomendaba que “los niños se limpiaran el rostro y los ojos con un trapo blanco, lo que quita la mugre y deja a la tez y al color toda su naturalidad. Lavarse con agua es perjudicial a la vista, provoca males de dientes y catarros, empalidece el rostro y lo hace más sensible al frío en invierno y a la resecación en verano.
HIGIENE REAL
Según el francés Georges Vigarello, autor de Lo limpio y lo sucio, un interesante estudio sobre la higiene del cuerpo en Europa, el rechazo al agua llegaba a los más altos estratos sociales. En tiempos de Luis XIV, las damas más entusiastas del aseo se bañaban como mucho dos veces al año, y el propio rey sólo lo hacía por prescripción médica y con las debidas precauciones, como demuestra este relato de uno de sus médicos privados: “Hice preparar el baño, el rey entró en él a las 10 y durante el resto de la jornada se sintió pesado, con un dolor sordo de cabeza, lo que nunca le había ocurrido... No quise insistir en el baño, habiendo observado suficientes circunstancias desfavorables para hacer que el rey lo abandonase”. Con el cuepo prisionero de sus miserias, la higiene se trasladó a la ropa, cuanto más blanca mejor. Los ricos se “lavaban” cambiándose con frecuencia de camisa, que supuestamente absorbía la suciedad corporal. El dramaturgo francés del siglo XVII Paul Scarron describía en su Roman comique una escena de aseo personal en la cual el protagonista sólo usa el agua para enjuagarse la boca. Eso sí, su criado le trae “la más bella ropa blanca del mundo, perfectamente lavada y perfumada”. Claro que la procesión iba por dentro, porque incluso quienes se cambiaban mucho de camisa sólo se mudaban de ropa interior —si es que la llevaban— una vez al mes.
LA ILUSTRACION DEL SIGLO XVIII
Tanta suciedad no podía durar mucho tiempo más y cuando los desagradables olores amenazaban con arruinar la civilización occidental, llegaron los avances científicos y las ideas ilustradas del siglo XVIII para ventilar la vida de los europeos. Poco a poco volvieron a instalarse letrinas colectivas en las casas y se prohibió desechar los excrementos por la ventana, al tiempo que se aconsejaba a los habitantes de las ciudades que aflojasen la basura en los espacios asignados para eso. En 1774, el sueco Karl Wilhehm Scheele descubrió el cloro, sustancia que combinada con agua blanqueaba los objetos y mezclada con una solución de sodio era un eficaz desinfectante. Así nació la lavandina, en aquel momento un gran paso para la humanidad.
REVOLUCIÓN HIDRÁULICA DEL SIGLO XIX
En el siglo XIX, el desarrollo del urbanismo permitió la creación de mecanismos para eliminar las aguas residuales en todas las nuevas construcciones, las llamadas famosas "tuberías". Al tiempo que los retretes ingleses (WC) se extendían por toda Europa, se organizaban las primeras exposiciones y conferencias sobre higiene. A medida que se descubrían nuevas bacterias y su papel clave en las infecciones —peste, cólera, tifus, fiebre amarilla—, se asumía que era posible protegerse de ellas con medidas tan simples como lavarse las manos y practicar el aseo diario con agua y jabón. En 1847, el médico húngaro Ignac Semmelweis determinó el origen infeccioso de la fiebre puerperal después del parto y comprobó que las medidas de higiene reducían la mortalidad. En 1869, el escocés Joseph Lister, basándose en los trabajos de Pasteur, usó por primera vez la antisepsia en cirugía. Con tantas pruebas en la mano ya ningún médico se atrevió a decir que bañarse era malo para la salud.
SIGLO XXI
Final del recorrido marrano-histórico-higiénico;de cualquier manera, nada más que nosotros,en medio de la revolución tecnológica que nos ha tocado vivir,escribiremos "esta parte de nuestra historia" o debería decir "ensuciaremos"?

GRANDES MÚSICOS "MORTALES"


Bueno la primera entrada de mi blog, será compartir con vosotros mi experiencia en el Auditorio Nacional el pasado 26 de febrero, en un ciclo de conciertos de Juventudes Musicales de España. Juntos en un mismo escenario, y tal vez a manera de "experimento entre genialidades ", a músicos de la talla de ANN SOPHIE MUTTER-VIOLIN, YURI BASHMET-VIOLA y el menos reconocido LYNN HARELL-VIOLONCHELO. Más allá de pensar en tanta frivolidad y egocentrismo por parte de dos estrellas indiscutibles del ámbito musical como son la alemana ANN SOPHIE y la sobriedad y elegancia del ruso YURI BASHMET, estaba el buen músico americano LYNN HARELL, quien tenía el doble reto de tocar a la "altura" y del más complejo, a decir verdad para todos en la gala, de tratar de hacer "MÚSICA DE CÁMARA" juntos. La fuerza casi intestinal de la música de BEETHOVEN, comenzó a fluir con la primera interpretación de la noche: TRIO DE CUERDAS OP 9/3. Tengo que confesaros, que estaba emocionadísima, porque ANN SOPHIE, es mi ídolo de la infancia, y me centré más en ella, dada también mi inclinación musical hacia el violín, que he llegado a estudiar algunos años. La velada lo merecía, la compañía de mi novio, la buena música y la calidad del espectáculo, apaciguaron mi enojo inicial, por un error de localidad, que no viene a cuento ahora, pero que tuve que conformarme con verles de espalda y uno que otro acercamiento con los binoculares. En fin, uno viene a escuchar y punto. Cerré los ojos y disfruté cada minuto, con finos destellos de interpretación y calidad sonora pocas veces experimentados en vivo. De cualquier forma os cuento, que el reto recién fue superado en la segunda pieza de la noche: SERENATA PARA CUERDAS OP.8. Una mesurada calidad sonora de la MUTTER y una belleza interpretativa no menos espectacular, que su presencia escénica. Los diálogos entre violín y viola fluían con mucha naturalidad, que por cierto, nunca en mi vida habría creído que así sonaba éste instrumento, tan injustamente poco reconocido. El violonchelista fue de menos a más, especialmente para la última pieza: TRÍO DE CUERDAS OP.3, al igual que ANN-SOPHIE. El más sobrio de los 3, BASHMET, quien mantuvo su calidad desde el primer momento. Terminaré por decir, que fue un concierto memorable, y que de pronto te quedas con un gran alivio en tu interior, al descubrir que por instantes "los genios" son humanos e infalibles, con alguna cuerda al aire entre notas al rozarla con el arco, o con una no tan perfecta afinación, pero tan genialmente maduros en su interpretación, y supongo además de su inmejorable técnica, eso es lo que los DIFERENCIA.