lunes, 27 de julio de 2009

UNA MUERTE ANUNCIADA


La fascinate biografía de Pyotr Ilyich Tchaikovsky no podría tener un final tan misterioso como su vida misma. El más célebre compositor ruso del siglo XIX fallecía en circunstancias poco aclarables a sólo nueve días después del estreno de su sinfonía más personal, desgarradora e íntima "La Patética" estrenada el 28 de Octubre de 1893. Fue sin lugar a dudas no solamente su última obra, sino tal vez la descripción musical de la agonía de una vida oculta cuya sociedad en aquella época no pudo comprender. Se ha hablado mucho sobre su sexualidad o su matrimonio fallido. Pero el hecho es que las melodías que creó aún nos hacen llorar o estremecer en cada una de sus sinfonías, conciertos o sonatas. En lo que a mí se refiere, serían demasiadas las obras que me gustaría nombrar, pero analicemos la mencionada sinfonía "Patética" en un vigoroso y melancólico RE menor, a quien su hermano bautizó con este nombre y que pasaría a la posteridad. En el primer tempo es el fagot el que transmite el mensaje de la Existencia. A continuación, es la viola la que formula la pregunta. ¿Podrá la Existencia avanzar? Tras escuchar sus gritos y lamentos, son los rabeles quienes toman el relevo y manifiestan, en un dulce Andante, la esperanza-desesperanza de la Existencia, que va descendiendo,cae al abismo. Es en este primer tempo en el que se nos presenta la dialéctica y la lucha entre la Existencia y la Nada, el lema predominante es el de la contingencia, que viene a ser el leitmotiv de toda la Sinfonía. Parece ser que el Allegro con grazia quiere reflejar un idilio, pero resulta que los idilios están ligados a la esperanza de vida, y la Existencia, sin embargo, no alberga ninguna esperanza ni en sus oportunidades ni en la Contingencia, por lo que finalmente se sume en la silenciosa y oscura destrucción a la que le conduce la Nada, del mismo modo que al principio. El tercer tempo con el el Allegro molto vivace que suena mientras camina a paso de marcha anuncia que ha conseguido dejar atrás la Contingencia y la Nada, que ha empezado a despojarse del miedo y que acaba de abrirle una ventana a la esperanza. Pero esa esperanza y optimismo que irradia la marcha van a durar muy poco, pues en el cuarto tempo que se caracteriza con un Adagio lamentoso, viene a ser una de las Cadencias más hermosas de toda la Sinfonía. Es un llanto, si acaso el último. El sonido en piano del timbal anuncia la cercanía de la muerte. Es cuando el cuarto tempo regresa al primero. La tragedia llega a su climax más sórdido, la batalla termina, la vehemencia de la existencia a perdido ante la absoluta nihilidad.
Es pues un obra maestra, que tal vez encierre la propia existencia del compositor. Y del mismo modo que la estructura musical de esta sinfonía, termino con lo que comentara al comienzo.
Tchaikovsky bebió inexplicablemente un vaso de agua infectada de cólera, al menos eso dice la versión oficial. Sin embargo más tarde se han desvelado motivos más oscuros. Él habría sido convocado a una reunión de sus antiguos compañeros de la Escuela de Jurisprudencia; al parecer Tchaikovsky mantenía relaciones con el sobrino de uno de ellos, y en aquella reunión un tribunal de honor dictó que debía suicidarse si no quería que la cuestión se supiera. Según esta versión, el suicidio se llevó a cabo con arsénico. Otra versión menos trágica es que bebió con conciencia aquel vaso de agua contaminada. De cualquier manera creo firmemente que con la genialidad que le acompañara toda su existencia, esta obra plasma en sí misma en cada nota o acorde, la visión no solamente de toda una vida, sino también de su final, de una muerte anunciada.